La propiedad industrial fortalece el sistema empresarial, otorga beneficios económicos a quien hace uso de sus derechos y permite la planificación y ejecución de políticas de crecimiento industrial.

Las economías demandan cada vez con más fuerza nuevos productos y servicios, y solo aquellas empresas -y países- capaces de impulsar una cultura de la innovación, la creatividad y la imagen protegidas podrán salir reforzados en este proceso.

La creatividad y la inventiva protegida por derechos de propiedad industrial se ha erigido en uno de los elementos clave de la política industrial, como así lo evidencian los datos que ponen en relación la riqueza nacional con el liderazgo tecnológico y comercial y la producción de patentes y marcas; así, por dar un solo ejemplo, Estados Unidos, Japón, Alemania, Corea del Sur y China, que representan el 44% del PIB mundial, son poseedores del 75% de las patentes existentes en todo el mundo.